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Canto negro, de Nicolás Guillén. Poesía mestiza

Como sé que os gustó el poema "Balada de los dos abuelos", de Nicolás Guillén, recitado por él mismo, aquí os dejo otro suyo, también recitado por él. Y os reto a leerlo, el próximo día en clase, mejor que el propio autor. El que lo consiga tendrá un positivón de los míos.



Os facilito la letra para que os sea más fácil...
(¿Quién me dirá la idea principal?... ¡jajajaja!... ¡Eso no lo sabe nadie!)

Yambambó yambambé.

Repica el congo solongo
repica el negro bien negro
congo solongo del songo
baila yambó sobre un pie.

Mamatomba
serembe cuserembá.

El negro canta y se ajuma
el negro se ajuma y canta
el negro canta y se va.

Acuememe serembó
yambó aé.

Tamba tamba tamba tamba
tamba del negro que tumba
tumba del negro caramba
caramba que el negro tumba
yamba yambó yambambé

Mi compañera (y sin embargo, amiga) Sara Hernández me recuerda otra bonita canción de Nicolás Guillén, "La muralla", cantada por Ana Belén, y que os invito a escuchar y leer en nuestro blog "Ni un día sin poesía". Dadle al enlace ...

Nicolás Guillén. La poesía mestiza: Balada de los dos abuelos.


Nicolás Guillén nació en Camagüey (Cuba), el 10 de julio de 1902.
Guillén reivindica la cultura negra dentro de los procesos de mestizaje y transculturacion. El se refería al «color cubano», para explicar este mestizaje: ni negro ni blanco; mestizo, rasgo distintivo de toda Latinoamérica. Se le conoce como el poeta del son, ritmo y baile típico de Cuba.
Falleció en 1989 en La Habana y es considerado el poeta nacional cubano.
Nicolás Guillén en el Centro VirtualCervantes. 
Nicolás Guillén en Cervantes Virtual (que no es lo mismo que el anterior...)
Página oficial de Nicolás Guillén
Un libro para tener (y leer, ¡claro!): "Sóngoro, cosongo"

En nuestro blog "Ni un día sin poesía" encontrarás más información.


 Sombras que sólo yo veo,
me escoltan mis dos abuelos.
Lanza con punta de hueso,
tambor de cuero y madera:
mi abuelo negro.
Gorguera en el cuello ancho,
gris armadura guerrera:
mi abuelo blanco.
Pie desnudo, torso pétreo
los de mi negro;
pupilas de vidrio antártico
las de mi blanco!
Africa de selvas húmedas
y de gordos gongos sordos...
--¡Me muero!
(Dice mi abuelo negro.)
Aguaprieta de caimanes,
verdes mañanas de cocos...
--¡Me canso!
(Dice mi abuelo blanco.)
Oh velas de amargo viento,
galeón ardiendo en oro...
--¡Me muero!
(Dice mi abuelo negro.)
¡Oh costas de cuello virgen
engañadas de abalorios...!
--¡Me canso!
(Dice mi abuelo blanco.)
¡Oh puro sol repujado,
preso en el aro del trópico;
oh luna redonda y limpia
sobre el sueño de los monos!
¡Qué de barcos, qué de barcos!
¡Qué de negros, qué de negros!
¡Qué largo fulgor de cañas!
¡Qué látigo el del negrero!
Piedra de llanto y de sangre,
venas y ojos entreabiertos,
y madrugadas vacías,
y atardeceres de ingenio,
y una gran voz, fuerte voz,
despedazando el silencio.
¡Qué de barcos, qué de barcos,
qué de negros!
Sombras que sólo yo veo,
me escoltan mis dos abuelos.
Don Federico me grita
y Taita Facundo calla;
los dos en la noche sueñan
y andan, andan.
Yo los junto.
--¡Federico!
¡Facundo!   Los dos se abrazan.
Los dos suspiran.   Los dos
las fuertes cabezas alzan;
los dos del mismo tamaño,
bajo las estrellas altas;
los dos del mismo tamaño,
ansia negra y ansia blanca,
los dos del mismo tamaño,
gritan, sueñan, lloran, cantan.
Sueñan, lloran, cantan.
Lloran, cantan.
¡Cantan!

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