Me gustaría saber vuestra opinión de este modelo de vida y de enseñanza que explica el maestro Tomas Gradgrind en la novela 'Tiempos difíciles', de Charles Dickens (sí, el mismo que escribió la famosísima 'Oliver Twist', que puedes leer aquí, junto a otras famosas novelas suyas)
Tomás Gradgrind cabeceó su aprobación.
-Esto que os digo constituye una norma novísima, es un descubrimiento, un gran descubrimiento –prosiguió el caballero-. Voy a ver si acertáis en otro ejemplo. Supongamos que estáis a punto de alfombrar una habitación; ¿elegiríais una alfombra que tuviese un dibujo de flores?
La clase había llegado para entonces al convencimiento de que con aquel señor se acertaba siempre contestando que no, y el coro de «¡No!» fue rotundo. Sólo algunos rezagados contestaron débilmente que sí. Y entre los rezagados estaba Cecí Jupe. El caballero, sonriendo desde la altura de su sabiduría, dijo:
-Niña número veinte.
Cecí, toda colorada, se levantó.
- De modo que tú alfombrarías tu habitación... o la de tu marido, si fueses más crecida y lo tuvieses..., con dibujos de flores, ¿no es así? ¿Y por qué?
- Si me lo permitís, señor, porque me gustan mucho las flores.
-¿Y porque te gustan colocas encima mesas y sillas, y haces de manera que la gente las pisotee con sus pesadas botas?
- No les harían ningún daño, señor, no las aplastarían ni las ajarían, señor, si me lo permitís. Al ver aquellos dibujos de unos originales lindos y agradables, yo me imaginaría que...
- ¡Ay, ay, ay! -exclamó el caballero, muy ufano de que las cosas hubiesen rodado hasta el punto que a él le interesaba-. ¡Nunca debes imaginarte nada! De eso precisamente se trata. No debes dejarte llevar de la imaginación.
- Cecilia Jupe, jamás debes hacerlo - insistió solemnemente Tomás Gradgrind.
- ¡Lo real, lo real, lo real! -voceó el caballero.
- ¡ Lo real, lo real, lo real ! -repitió Tomás Gradgrind.
- Guíate en todas las circunstancias y gobiérnate por lo real. No está lejano el día en que tengamos un cuerpo de gobernantes imbuidos de realismo y ese Gobierno estará integrado por jefes de negociado, realistas, que obligarán a las gentes a vivir de acuerdo con la realidad y descartando cuanto no sea realidad. Tenéis que suprimir por completo la palabra imaginación. La imaginación no sirve para nada en la vida. En los objetos de uso o adorno rechazaréis lo que está en oposición con lo real. En la vida real no camináis pisando flores ; pues tampoco caminaréis sobre flores en las alfombras.
Por mi parte (ya me conocéis), desde el primer día que entré a trabajar en el aula he defendido la imaginación, el juego, la creatividad... Claro que nunca he rechazado el realismo y la realidad. Tenemos que esforzarnos por ser realistas... (Pero ¿qué es lo real? ¿No hay acaso eso que llaman 'realismo mágico'...? ¡Uff!)
Podéis leer la novela aquí.
Tomás Gradgrind cabeceó su aprobación.
-Esto que os digo constituye una norma novísima, es un descubrimiento, un gran descubrimiento –prosiguió el caballero-. Voy a ver si acertáis en otro ejemplo. Supongamos que estáis a punto de alfombrar una habitación; ¿elegiríais una alfombra que tuviese un dibujo de flores?
La clase había llegado para entonces al convencimiento de que con aquel señor se acertaba siempre contestando que no, y el coro de «¡No!» fue rotundo. Sólo algunos rezagados contestaron débilmente que sí. Y entre los rezagados estaba Cecí Jupe. El caballero, sonriendo desde la altura de su sabiduría, dijo:
-Niña número veinte.
Cecí, toda colorada, se levantó.
- De modo que tú alfombrarías tu habitación... o la de tu marido, si fueses más crecida y lo tuvieses..., con dibujos de flores, ¿no es así? ¿Y por qué?
- Si me lo permitís, señor, porque me gustan mucho las flores.
-¿Y porque te gustan colocas encima mesas y sillas, y haces de manera que la gente las pisotee con sus pesadas botas?
- No les harían ningún daño, señor, no las aplastarían ni las ajarían, señor, si me lo permitís. Al ver aquellos dibujos de unos originales lindos y agradables, yo me imaginaría que...
- ¡Ay, ay, ay! -exclamó el caballero, muy ufano de que las cosas hubiesen rodado hasta el punto que a él le interesaba-. ¡Nunca debes imaginarte nada! De eso precisamente se trata. No debes dejarte llevar de la imaginación.
- Cecilia Jupe, jamás debes hacerlo - insistió solemnemente Tomás Gradgrind.
- ¡Lo real, lo real, lo real! -voceó el caballero.
- ¡ Lo real, lo real, lo real ! -repitió Tomás Gradgrind.
- Guíate en todas las circunstancias y gobiérnate por lo real. No está lejano el día en que tengamos un cuerpo de gobernantes imbuidos de realismo y ese Gobierno estará integrado por jefes de negociado, realistas, que obligarán a las gentes a vivir de acuerdo con la realidad y descartando cuanto no sea realidad. Tenéis que suprimir por completo la palabra imaginación. La imaginación no sirve para nada en la vida. En los objetos de uso o adorno rechazaréis lo que está en oposición con lo real. En la vida real no camináis pisando flores ; pues tampoco caminaréis sobre flores en las alfombras.
Por mi parte (ya me conocéis), desde el primer día que entré a trabajar en el aula he defendido la imaginación, el juego, la creatividad... Claro que nunca he rechazado el realismo y la realidad. Tenemos que esforzarnos por ser realistas... (Pero ¿qué es lo real? ¿No hay acaso eso que llaman 'realismo mágico'...? ¡Uff!)
Podéis leer la novela aquí.
Charles Dickens (1812-1870) |