Para terminar este trimestre (como regalo de Navidad) os dejo este pequeño relato de un gran hombre, Gianni Rodari (1920-1980), que dedicó su vida a la enseñanza, en concreto a la lengua (sobre todo a la creatividad y a la "gramática de la fantasía"...). Os recomiendo su lectura. Podéis leerla en el enlace que os facilito en la cita.
Esta historia todavía no ha sucedido, pero seguramente sucederá mañana. Dice así:
Mañana, una buena y anciana maestra condujo a sus discípulos, en fila de dos, a visitar el Museo del Tiempo Que Fue, donde se hallan recogidas las cosas de antes que ya no sirven, como la corona del rey, la cola del traje de la reina, el tranvía de Monza, etcétera.
En una pequeña vitrina, un poco polvorienta, había la palabra “Llorar”.
Los alumnos de Mañana leyeron el cartelito, pero no lo entendieron.
- Señora, ¿qué significa?
-¿Es una joya antigua?
-¿Pertenecía quizás a los etruscos?
La maestra les explicó que antiguamente aquella palabra era muy empleada, y hacía daño. Les mostró un frasquito en el que se guardaban unas lágrimas: quizás las derramó un esclavo al ser golpeado por su amo, quizás un niño que no tenía hogar.
- Parece agua – dijo uno de los discípulos.
- Pero picaba y quemaba – dijo la maestra.
- ¿La hacían hervir antes de utilizarla?...
En realidad, los colegiales no lo entendían; es más, ya empezaban a aburrirse. Entonces la maestra les acompañó a visitar otras secciones del Museo donde había cosas más fáciles de entender, como las rejas de una prisión, un perro guardián, el tranvía de Monza, etcétera, cosas todas ellas que ya no existían en el feliz país de Mañana.
Gianni Rodari.