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Romance del Conde Olinos. Anónimo.


Romance del Conde Olinos (anónimo),
en versión musicada de Joaquín Díaz y Nuevo Mester de Juglaría



La letra de este romance la tenemos en el libro de clase
y nos la vamos a aprender de memoria
para acompañar a Joaquín Díaz... ¡a coro!

Romance del corregidor y la molinera. Anónimo.

En la provincia de Huelva,
había un molinero honrado
que ganaba su sustento
con un molino arrendado
y era casado con una moza
que era una rosa
y era tan bella
que el corregidor, madre,
se prendó de ella.

La regalaba, la prometía
hasta que un día
le pidió los favores
que pretendía.

Responde la molinera:

-Vuestros favores admito,
pero siento si nos pilla,
mi marido en el garlito,
porque el maldito
tiene una llave,
con la cual cierra,
con la cual abre
cuando es su gusto,
expuesto es que nos pille
y nos dé un gran susto.

Responde el Corregidor:

- Me estoy haciendo una idea
de mandarle en el molino
algo que allí le entretenga.
Según lo digo, será de trigo
porción bastante.
Que lo muela esta noche
que es importante,
para una idea que tengo oculta
bajo la multa
de doce duros.
Así será del modo, estemos seguros.

Allí por aquel molino
ha pasado un pasajero
que entendía de moler
tan bien como el molinero:

- Si tienes ansia por irte a casa
vete tranquilo
que esta noche sin falta
se muele el trigo.

Ha salido el molinero
y a su casa ya se ha ido.
Les ha encontrado a los dos
como en harina metidos.

Vete tranquilo, buen molinero,
ve a tu molino
no dejes que el vecino
te muela el trigo.

(Anónimo)



Escucha la versión de Joaquín Díaz en nuestro blog
Niundiasinpoesiaguadalpin

Romances sonámbulo. García Lorca.

Romance sonámbulo

Verde que te quiero verde
Verde viento, verdes ramas
El barco sobre la mar
y el caballo en la montaña.
Con la sombra en la cintura
ella sueña en su baranda,
verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Verde que te quiero verde.
Bajo la luna gitana,
las cosas la están mirando
y ella no puede mirarlas.

Verde que te quiero verde.
Grandes estrellas de escarcha,
vienen con el pez de sombra
que abre el camino del alba.
La higuera frota su viento
con la lija de sus ramas,
y el monte, gato garduño,
eriza sus pitas agrias.
¿Pero quién vendrá? ¿Y por dónde?
Ella sigue en su baranda,
verde carne, pelo verde,
soñando en la mar amarga.

--Compadre, quiero cambiar
mi caballo por su casa,
mi montura por su espejo,
mi cuchillo por su manta.
Compadre, vengo sangrando,
desde los puertos de Cabra.

--Si yo pudiera, mocito,
este trato se cerraba.
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.

--Compadre, quiero morir,
decentemente en mi cama.
De acero, si puede ser,
con las sábanas de holanda.
¿No ves la herida que tengo
desde el pecho a la garganta?

--Trescientas rosas morenas
lleva tu pechera blanca.
Tu sangre rezuma y huele
alrededor de tu faja.
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.

--Dejadme subir al menos
hasta las altas barandas,
¡dejadme subir!, dejadme
hasta las verdes barandas.
Barandales de la luna
por donde retumba el agua.

Ya suben los dos compadres
hacia las altas barandas.
Dejando un rastro de sangre.
Dejando un rastro de lágrimas.
Temblaban en los tejados
farolillos de hojalata.
Mil panderos de cristal
herían la madrugada.

Verde que te quiero verde,
verde viento, verdes ramas.
Los dos compadres subieron.
El largo viento dejaba
en la boca un raro gusto
de hiel, de menta y de albahaca.

--¡Compadre! ¿Dónde está, dime?
¿Dónde está tu niña amarga?
¡Cuántas veces te esperó!
¡Cuántas veces te esperara,
cara fresca, negro pelo,
en esta verde baranda!

Sobre el rostro del aljibe
se mecía la gitana.
Verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Un carámbano de luna
la sostiene sobre el agua.
La noche se puso íntima
como una pequeña plaza.
Guardias civiles borrachos
en la puerta golpeaban.
Verde que te quiero verde,
verde viento, verdes ramas.
El barco sobre la mar.
Y el caballo en la montaña.
(De "Romancero gitano")

Federico García Lorca (1898-1936)









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