Un trabajo modélico.

La envidia sana me lleva a hablar (y traer aquí) un trabajo de los alumnos de 4ºESO del IES "Castellar" (?), curso 2010-11.
Se trata de un cuaderno digital sobre contenidos literarios de ese nivel: Modernismo y Generación del 89, Vanguardias (Caligramas, Greguerías), Generación del 27, Novela actual (A.Pérez Reverte), La publicidad, ...Está confeccionado con una aplicación (software) gratuita .
Merece la pena echarle un vistazo. Aquí

Góngora: el amor tirano.

Góngora es fácil... A ver, es como todo: tiene sus poemillas fáciles (romances, letrillas) y tiene otros poemas más serios (sonetos, octavas) en los que se pone serio, culterano hasta rabiar (hasta hacer rabiar al lector, quiero decir, porque es difícil enterarse de lo que dice). Este poeta-sacerdote debía de ser de armas tomar. No tenemos más que reparar un poco en este retrato que le hizo el gran pintor Diego Velázquez en 1622:


Pero nosotros, como no somos tan agudos de ingenio que podamos entender su estilo oscuro culterano (el de la "Fábula de Polifemo y Galatea" o "Las soledades") nos quedamos con este poemilla:

Ciego que apuntas y atinas,
Caduco dios, y rapaz,
Vendado que me has vendido,
Y niño mayor de edad,
Por el alma de tu madre
—Que murió, siendo inmortal,
De envidia de mi señora—,
Que no me persigas más.
Déjame en paz, Amor tirano,
Déjame en paz.
...

Amadores desdichados,
Que seguís milicia tal,
Decidme, ¿qué buena guía
Podéis de un ciego sacar?
De un pájaro ¿qué firmeza?
¿Qué esperanza de un rapaz?
¿Qué galardón de un desnudo?
De un tirano, ¿qué piedad?
Déjame en paz, Amor tirano,
Déjame en paz.

Diez años desperdicié,
Los mejores de mi edad,
En ser labrador de Amor
A costa de mi caudal.
Como aré y sembré, cogí;
Aré un alterado mar,
Sembré una estéril arena,
Cogí vergüenza y afán.
Déjame en paz, Amor tirano,
Déjame en paz.
...
(No hará falta traductor ¿no?)


Y como además nos gusta cantar... (y verlo así) pues lo cantamos:



En nuestro blog de poesía NIUNDÍASINPOESÍAGUADALPÍN encontrarás más poemas y canciones de Góngora.

Historia definitiva del gallo tartamudo.

Trabajábamos en clase algunas de las ideas de Gianni. Rodari.,
del que ya hemos hablado aquí en alguna otra ocasión (Ver esta entrada)
Creo recordar que se trataba de contar una historia utilizando el "Que pasaría si ... " 
En este caso un gallo de corral, de esos de colores vistosos, muy peripuesto y chulito,
amo de muchas gallinas, ... pero que  no supiera cantar.
Cristina escribió el relato que más gustó a todos y se llevó el positivón
(bueno, en aquella época todavía no había positivones, 
- ni pizarras digitales, ni internet en las aulas; hablo de una época remota... - 
pero lo digo para que me entendáis)
Por Cristina Rojas.
ESO2ºC
Curso escolar 2008/09
IES "Guadalpín"

"Hace mucho tiempo, en una granja de Jaén, el gallo padre comunicó a toda la comunidad que iba a tener un pollito. Cuando pasaron dos semanas, el huevo se abrió y de él salió el pollito más bonito que nadie hubiera visto nunca. Toda la granja estaba encantada con Lolo (que así lo llamaron), hasta que pasados dos meses, cuando hizo su primer “kikirikí”…, comprobaron que era tartamudo. La vergüenza del gallo padre fue muy grande.
Lolo creció junto a los demás pollos de su quinta y, al llegar a la adolescencia, la granja organizó su famosa competición de gallos despertadores del pueblo. Lolo, armado de mucho valor, se presentó dispuesto a todo. Pero, lógicamente, lo descalificaron en la primera ronda, porque se puso muy nervioso y empezó a tartamudear. Lolo, lleno de ira, se rebeló y decidió meterse a gallo de pelea. Si no servía para otra cosa, por lo menos pelearía... Pero pasó el tiempo, y se dio cuenta de que su verdadero sueño, desde pequeño, era ser cantante, no luchador.
Por aquel tiempo, se preparaba la boda de la gallina más hermosa de la granja y se organizó un concurso de canto para encontrar al mejor esposo. Lolo sabía que no tenía posibilidades de ganar, pero aún así se inscribió para por lo menos intentarlo. Así fue como se presentó, pero cuando llegó su turno, el último, empezó a tartamudear. El jurado estaba a punto de echarlo cuando la novia mandó callar a todos y confesó que aquel gallo había sido el que más le había gustado, que era muy guapo, ya que tenía un plumaje color fuego ardiente, y que tenía el canto más original de todos. Así que lo aclamaron ganador: lo casaron con la gallina hermosa y lo nombraron despertador oficial de la granja."

Nota final del profe:
Cristina abandonó su carrera literaria 
y hoy es una brillante universitaria de criminología en la UMA.
Aun así, le agradezco su permiso para publicar este relato.

(Si hay algún interesado en consultar las técnicas de taller literario de Rodarí,

Una reflexión de García Márquez.

[...]
¿Con qué se comen las letras?
Los colombianos, desde siempre, nos hemos visto como un país de letrados. Tal vez a eso se deba que los programas del bachillerato hagan más énfasis en la literatura que en las otras artes. Pero aparte de la memorización cronológica de autores y de obras, a los alumnos no les cultivan el hábito de la lectura, sino que los obligan a leer y a hacer sinopsis escritas de los libros programados. Por todas partes me encuentro con profesionales escaldados por los libros que les obligaron a leer en el colegio con el mismo placer con que se tomaban el aceite de ricino. Para las sinopsis, por desgracia, no tuvieron problemas, porque en los periódicos encontraron anuncios como éste: “Cambio sinopsis de El Quijote por sinopsis de La Odisea”.Así es: en Colombia hay un mercado tan próspero y un tráfico tan intenso de resúmenes fotostáticos, que los escritores armamos mejor negocio no escribiendo los libros originales sino escribiendo de una vez las sinopsis para bachilleres. Es este método de enseñanza -y no tanto la televisión y los malos libros-, lo que está acabando con el hábito de la lectura. Estoy de acuerdo en que un buen curso de literatura sólo puede ser una gema para lectores. Pero es imposible que los niños lean una novela, escriban la sinopsis y preparen una exposición reflexiva para el martes siguiente. Sería ideal que un niño dedicara parte de su fin de semana a leer un libro hasta donde pueda y hasta donde le guste -que es la única condición para leer un libro-, pero es criminal, para él mismo y para el libro, que lo lea a la fuerza en sus horas de juego y con la angustia de las otras tareas.
Haría falta -como falta todavía para todas las artes- una franja especial en el bachillerato con clases de literatura que sólo pretendan ser guías inteligentes de lectura y reflexión para formar buenos lectores. Porque formar escritores es otro cantar. Nadie enseña a escribir, salvo los buenos libros, leídos con la aptitud y la vocación alertas. La experiencia de trabajo es lo poco que un escritor consagrado puede transmitir a los aprendices si éstos tienen todavía un mínimo de humildad para creer que alguien puede saber más que ellos. Para eso no haría falta una universidad, sino talleres prácticos y participativos, donde escritores artesanos discutan con los alumnos la carpintería del oficio: cómo se les ocurrieron sus argumentos, cómo imaginaron sus personajes, cómo resolvieron sus problemas técnicos de estructura, de estilo, de tono, que es lo único concreto que a veces puede sacarse en limpio del gran misterio de la creación. El mismo sistema de talleres está ya probado para algunos géneros del periodismo, el cine y la televisión, y en particular para reportajes y guiones. Y sin exámenes ni diplomas ni nada. Que la vida decida quién sirve y quién no sirve, como de todos modos ocurre.
Lo que debe plantearse para Colombia, sin embargo, no es sólo un cambio de forma y de fondo en las escuelas de arte, sino que la educación artística se imparta dentro de un sistema autónomo, que dependa de un organismo propio de la cultura y no del Ministerio de la Educación. Que no esté centralizado, sino al contrario, que sea el coordinador del desarrollo cultural desde las distintas regiones del país, pues cada una de ellas tiene su personalidad cultural, su historia, sus tradiciones, su lenguaje, sus expresiones artísticas propias. Que empiece por educarnos a padres y maestros en la apreciación precoz de las inclinaciones de los niños, y los prepare para una escuela que preserve su curiosidad y su creatividad naturales. Todo esto, desde luego, sin muchas ilusiones. De todos modos, por arte de las artes, los que han de ser ya lo son. Aun si no lo sabrán nunca."
Tomado de:
"Un manual para ser niño",
citado en FNPI

Yo estoy de acuerdo con García Márquez (¿quién no lo estaría?!). 
Habría que pregunta a los propios alumnos cómo querrían ellos 'comer las letras'.
Ahora solo servimos un menú muy discutible, pero suficiente para mantener el chiringuito
(sopa, pollo y, de postre, plátano; o traducido: gramática, hª de la literatura, lecturas).
¿Querrías 'comer las letras' a la carta...?
¿Qué llevaría esa carta?

(Me juego la mano izquierda - la tonta mía - a que reinará el silencio)

Blogs hermanados.